Al hablar acerca del Día de Muertos,
puedo mencionar que me encanta esta festividad como una celebración de mi país
y una manera de representar las tradiciones de mis antepasados prehispánicos;
al investigar acerca del tema me llamó mucha la atención la siguiente
bibliografía que habla al respecto de esta fiesta:
En ella puedo rescatar la siguiente
información:
Dos de las celebraciones más
importantes de México se realizan en el mes de noviembre. Según el calendario
católico, el día primero está dedicado a Todos los Santos y el día dos a los
Fieles Difuntos. En estas dos fechas se llevan a cabo los rituales para rendir
culto a los antepasados.
Es el tiempo en que las
almas de los parientes fallecidos regresan a casa para convivir con los
familiares vivos y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece
en los altares domésticos.
La celebración del Día de
Muertos, como se le conoce popularmente, se practica a todo lo largo de la
República Mexicana. En ella participan tanto las comunidades indígenas, como
los grupos mestizos, urbanos y campesinos.
Según la creencia del
pueblo, el día primero de noviembre se dedica a los “muertos chiquitos”, es
decir, a aquellos que murieron siendo niños; el día dos, a los fallecidos en
edad adulta. En algunos lugares del país el 28 de octubre corresponde a las
personas que murieron a causa de un accidente. En cambio, el 30 del mismo mes
se espera la llegada de las almas de los “limbos” o niños que murieron sin
haber recibido el bautizo.
La celebración de Todos los
Santos y Fieles Difuntos, se ha mezclado con la conmemoración del día de
muertos que los indígenas festejan desde los tiempos prehispánicos. Los
antiguos mexicanos, o mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas,
totonacas y otros pueblos originarios de nuestro país, trasladaron la
veneración de sus muertos al calendario cristiano.
Antes de la llegada de los
españoles, dicha celebración se realizaba en el mes de agosto y coincidía con
el final del ciclo agrícola del maíz, calabaza, garbanzo y frijol. Los
productos cosechados de la tierra eran parte de la ofrenda.
Los Fieles Difuntos, en la
tradición occidental es, y ha sido un acto de luto y oración para que descansen
en paz los muertos. Y al ser tocada esta fecha por la tradición indígena se ha
convertido en fiesta, en carnaval de olores, gustos y amores en el que los
vivos y los muertos conviven, se tocan en la remembranza.
El Día de Muertos, como
culto popular, es un acto que lo mismo nos lleva al recogimiento que a la
oración o a la fiesta; sobre todo esta última en la que la muerte y los muertos
deambulan y hacen sentir su presencia cálida entre los vivos. Con nuestros
muertos también llega su majestad la Muerte; baja a la tierra y convive con los
mexicanos y con las muchas culturas indígenas que hay en nuestra República. Su
majestad la Muerte, es tan simple, tan llana y tan etérea que sus huesos y su
sonrisa están en nuestro regazo, altar y galería.
Hoy también vemos que el
país y su gente se visten de muchos colores para venerar la muerte: el amarillo
de la flor de cempasúchil, el blanco del alhelí, el rojo de la flor afelpada
llamada pata de león... Es el reflejo del sincretismo de dos culturas: la
indígena y la hispana, que se impregnan y crean un nuevo lenguaje y una
escenografía de la muerte y de los muertos.
Hay que decir que nuestras
celebraciones tienen arraigo y recorren los caminos del campo y la ciudad.
Oaxaca, con sus miles de indígenas, es ejemplo claro del culto, gustos
culinarios, frutas y sahumerios; los muertos regresan a casa.
En estas fechas se celebra
el ritual que reúne a los vivos con sus parientes, los que murieron. Es el
tiempo trascendental en que las almas de los muertos tienen permiso para
regresar al mundo de los vivos.
Hay que considerar que la
celebración de Día de Muertos, sobre todo, es una celebración a la memoria. Los
rituales reafirman el tiempo sagrado, el tiempo religioso y este tiempo es un
tiempo primordial, es un tiempo de memoria colectiva. El ritual de las ánimas
es un acto que privilegia el recuerdo sobre el olvido.
La ofrenda que se presenta
los días primero y dos de noviembre constituye un homenaje a un visitante
distinguido, pues el pueblo cree sinceramente que el difunto a quien se dedica
habrá de venir de ultratumba a disfrutarla. Se compone, entre otras cosas, del
típico pan de muerto, calabaza en tacha y platillos de la culinaria mexicana
que en vida fueron de la preferencia del difunto. Para hacerla más grata se
emplean también ornatos como las flores, papel picado, velas amarillas,
calaveras de azúcar, los sahumadores en los que se quema el copal.
Entre los antiguos pueblos
nahuas, después de la muerte, el alma viajaba a otros lugares para seguir
viviendo. Por ello es que los enterramientos se hacían a veces con las
herramientas y vasijas que los difuntos utilizaban en vida, y, según su
posición social y política, se les enterraba con sus acompañantes, que podían
ser una o varias personas o un perro. El más allá para estas culturas, era
trascender la vida para estar en el espacio divinizado, el que habitaban los
dioses.
Por último puedo destacar que lo que
más me llama el interés por esta fiesta es la devoción que se le tiene por
padres, abuelos y bisabuelos, su afán de rescatar estar tradición y la
creatividad, inventiva e imaginación que se tiene por hacer una ofrenda. En mi
caso, todos los años es dedicada a mi abuelo materno, y de esta manera concluyo
que esta tradición milenaria lo jóvenes tenemos que ser los pioneros hoy en día,
interesarnos por estas tradiciones y reconocerlas como nuestro patrimonio. Es
realmente agradable poder ir a admirar toda la gama de ofrendas que Puebla nos
ofrece, en mi caso a mi me gusta esta festividad, por el empeño que se le pone
a la creación de ofrendas y la magnitud que recae en otros países que admiran
esta tradición.
Gracias por la información Brenda, reconozco que es una bonita tradición aunque aquí en su casa ponemos una ofrenda pequeña muchos familiares ponen verdaderos banquetes y altares de gran tamaño y como dices el ingenio de las ofrendas que se ponen en escuelas y otros lugares públicos es un verdadero espectáculo.
ResponderEliminarSi es la creatividad y dedicación que se le pone a la creación de las ofrendas, amí me gusta mucho las exposiciones de estas. :D
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